domingo, 28 de julio de 2024

 Acechanzas

De noche
en el momento en que brillaban las corolas de todas las amapolas
podía intuir en ellas señales de alerta, emitidas al firmamento,
que se alternaban en intermitencias
ante un rumor de otros -recién llegados, desconocidos-
ataviados con hierros.

Así volvía a ocultarme bajo las matas
que mitigaban el peligro.

Sólo cuando en el techo 
los gatos dejaban de maullar
   -poniéndome sobre aviso-
yo descendía hacia la casa
-evitando pisar el sendero
     enmascarado por la ciénaga-
confiando en conjurar voces
                       de antiguos sobrevivientes
                                                  de machis
                                                           y loncos…

En breve, otra tormenta quedaba sobre los pétalos
bramando en el aire
                          junto al berrido de los visitantes
quienes -de nuevo- emprendían su retirada
sin haber podido espiar la comarca
ni el apego a nuestra estrategia
establecida de común acuerdo
para subsistir.



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