lunes, 27 de enero de 2020

Faros

El cielo solloza.

Entre relámpagos se destaca la torre
rodeada por gigantes de cabezas esculpidas en un rito de odio
  -habitantes de la ciénaga
   quienes codician tinieblas desde la desaparición de sus voluntades
    y, a la vez, temen a las nubes:
                                 prestas para arrojarles cuchillos en llamas-.

A la espera de un lugar
en el espacio de lo eterno
alzo una antorcha para iluminar nombres
escritos sobre los zócalos de la historia.

En el jardín, un vidente (aliado de búhos
                                                   en un celeste de luz)
intenta demorar cada segundo.

No estamos tan solos:
                    todavía quedan jirones de Fe
y el mar está pronto a irradiar reflejos de vida
en un rato
después de que aunemos ilusiones
perdidas
en antiguas jornadas.


domingo, 19 de enero de 2020

Invasiones

Grita la montaña.

De lejos llegan carros de acero
              con ogros
              que lucen sonrisas afiladas en el espanto.

La nieve ha tapado las runas,
toda señal grabada en las piedras
                  donde descifrar un mensaje
                  donde ubicar el sendero que lleva al dorso del día;
(estoy en la frontera
entre mis latidos y aquel muro de vértigo…).

En el huerto
desnuda con tu cansancio
tus dedos
tus manos
           exploran
al despertar
el lugar donde habita la alegría
y dibujan en la tierra la profundidad de un horizonte
                          coronado de estrellas, planetas y lunas
para diseñar un hechizo
para convocar hadas y genios
     -un instante, al otro lado de la bondad-
con el propósito de asistir a los personajes de este mundo
donde las sombras se alargan.

“La vida también es carne…”. Escribís al pie de tu paisaje.

Los pájaros observan
y pronuncian frases a tu oído
con sílabas que escucharon en el bosque
entre las rocas
durante otros siglos.


lunes, 6 de enero de 2020

Vos

En el aire
los ojos
las fauces de unas mandrágoras
a manera de nubes sobre una colina
donde retumban voces y ecos de una advertencia
                                                      repetida desde la antigüedad.

Abajo
la casa
el cielo de una mañana
entre las ramas del ciruelo que recuerda aquella calma.

   Recordá conmigo:
   Antes del destierro….

Después, al tacto, la realidad, la otra
emergiendo por un estrecho de sombras
en ondas de cilicio y grava
desde la tabla de los sueños.

Ahora, la ventura,
cuando llegás
cuando tomás mis manos, con fuerza,
y la lluvia -esa amiga oportuna, de siempre-
nos ayuda a descifrar el tiempo.



 Obra pictórica: La Venus del espejo, de Diego Velázquez (actualmente en The National Gallery, London, U.K.).