miércoles, 1 de julio de 2020

Miedos

Molesta el olor
a encierro, a cables percudidos y quemados
que se sulfataron con la humedad;
esa humedad que resbala desde cañerías y desagües rotos.

Por momentos aturde el ruido de hierros,
los chillidos de las ruedas rozando los rieles.

No hay salida del tren si el guarda no abre las puertas
por eso es un alivio llegar a cada estación;
un alivio aparente
porque detrás de cada columna
en las bocas de los túneles
acechan:
son de baja estatura
visten aquello que consiguieron entre la basura
están sucias
están sucios
se acercan
con la excusa de cambiar un estampita, un jabón, una lapicera…
por una moneda.

Los ves
   y cuesta no apartar los ojos;
te tocan
   y la mente pica
         (algo que carcome la conciencia)
y si te miran
   -si llegan a mirarte de frente-
de inmediato
sin poder evitarlo
iniciando una letanía
te preguntás,
                     ¿por qué?



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