Acechanzas
De noche
en el momento en que brillaban las corolas de todas las amapolas
podía intuir en ellas señales de alerta, emitidas al firmamento,
que se alternaban en intermitencias
ante un rumor de otros -recién llegados, desconocidos-
en el momento en que brillaban las corolas de todas las amapolas
podía intuir en ellas señales de alerta, emitidas al firmamento,
que se alternaban en intermitencias
ante un rumor de otros -recién llegados, desconocidos-
ataviados con hierros.
Así volvía a ocultarme bajo las matas
que mitigaban el peligro.
Sólo cuando en el techo
los gatos dejaban de maullar
-poniéndome sobre aviso-
los gatos dejaban de maullar
-poniéndome sobre aviso-
yo descendía hacia la casa
-evitando pisar el sendero
enmascarado por la ciénaga-
-evitando pisar el sendero
enmascarado por la ciénaga-
confiando en conjurar voces
de antiguos sobrevivientes
de machis
y loncos…
de antiguos sobrevivientes
de machis
y loncos…
En breve, otra tormenta quedaba sobre los pétalos
bramando en el aire
junto al berrido de los visitantes
quienes -de nuevo- emprendían su retirada
sin haber podido espiar la comarca
ni el apego a nuestra estrategia
establecida de común acuerdo
para subsistir.
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