Intuiciones
Caminamos.
Cada tanto hacés un paso distinto
-agregás un salto al sonreír-
y apretás mi mano
-con suavidad, sí, pero apretás-,
cuando decís “nena” o “nene”.
En el bosque se pueden ver las fisonomías
de quienes todavía no han de nacer.
Nos espían
por entre las hojas,
y habrán de acercarse
de a poco
cuando ya no tengamos
(ni ellos, ni nosotros)
este refugio de sueños.
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