Personas
Una esquina.
Un local con ventanas cerradas.
La fragilidad espera justicia en un rincón
con ojos que espían el mundo
detrás de las persianas.
Es tiempo de planear el regreso
desde la esclavitud, desde el terror:
seguir la luz de un candil
que parece ahogarse en la oscuridad de un pantano.
Hay oídos y labios atentos a recolectores de poemas
y manos para emplazar un refugio
donde no queda ni una puerta abierta:
el ardor que nos guía se nutre de recuerdos
de virtudes
de lucha.
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