miércoles, 29 de julio de 2020
Manifestaciones
Aparece
por la calle de tierra
pobre como todos
con la misma rabia que sufrió cuando pudo alzar el puño
en medio del humo
frente a las fábricas que quebraron “los vaivenes del mercado”.
Lo veo.
En el repliegue dijo “déjenme”
con un susurro
añorando en segundos todo
cuanto se derrumbó de la dicha
debajo de las patas de los caballos
del ruido de los camiones blindados.
Sé que me escucha.
—Todavía cantan los pájaros —le digo. —Todavía se alzan voces en rebeldía.
No responde.
Pero no cabe duda
de que habrá de seguir volviendo.
Con la bruma
todos los días
desde un lugar que no entendemos.
Grabado de Abraham Regino Vigo (Montevideo, Uruguay, 1893; Banfield, Argentina, 1957), La huelga, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina.
miércoles, 22 de julio de 2020
Omisiones
Una pintura sin terminar
algunas promesas incumplidas
la felicidad que no fue…
Pasan
en sus contornos, bajo la nevisca,
como si la verdad
el sol
todos los caminos
se echaran encima de uno, de tantas personas,
negando la nada.
Obra pictórica de Salvador Dalí: Paisaje ( Boceto para la escenografía de "Don Juan Tenorio"), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España.
Una pintura sin terminar
algunas promesas incumplidas
la felicidad que no fue…
Pasan
en sus contornos, bajo la nevisca,
como si la verdad
el sol
todos los caminos
se echaran encima de uno, de tantas personas,
negando la nada.
Obra pictórica de Salvador Dalí: Paisaje ( Boceto para la escenografía de "Don Juan Tenorio"), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España.
miércoles, 15 de julio de 2020
miércoles, 8 de julio de 2020
Personas
Una esquina.
Un local con ventanas cerradas.
La fragilidad espera justicia en un rincón
con ojos que espían el mundo
detrás de las persianas.
Es tiempo de planear el regreso
desde la esclavitud, desde el terror:
seguir la luz de un candil
que parece ahogarse en la oscuridad de un pantano.
Hay oídos y labios atentos a recolectores de poemas
y manos para emplazar un refugio
donde no queda ni una puerta abierta:
el ardor que nos guía se nutre de recuerdos
de virtudes
de lucha.
Una esquina.
Un local con ventanas cerradas.
La fragilidad espera justicia en un rincón
con ojos que espían el mundo
detrás de las persianas.
Es tiempo de planear el regreso
desde la esclavitud, desde el terror:
seguir la luz de un candil
que parece ahogarse en la oscuridad de un pantano.
Hay oídos y labios atentos a recolectores de poemas
y manos para emplazar un refugio
donde no queda ni una puerta abierta:
el ardor que nos guía se nutre de recuerdos
de virtudes
de lucha.
miércoles, 1 de julio de 2020
Miedos
Molesta el olor
a encierro, a cables percudidos y quemados
que se sulfataron con la humedad;
esa humedad que resbala desde cañerías y desagües rotos.
Por momentos aturde el ruido de hierros,
los chillidos de las ruedas rozando los rieles.
No hay salida del tren si el guarda no abre las puertas
por eso es un alivio llegar a cada estación;
un alivio aparente
porque detrás de cada columna
en las bocas de los túneles
acechan:
son de baja estatura
visten aquello que consiguieron entre la basura
están sucias
están sucios
se acercan
con la excusa de cambiar un estampita, un jabón, una lapicera…
por una moneda.
Los ves
y cuesta no apartar los ojos;
te tocan
y la mente pica
(algo que carcome la conciencia)
y si te miran
-si llegan a mirarte de frente-
de inmediato
sin poder evitarlo
iniciando una letanía
te preguntás,
¿por qué?
Molesta el olor
a encierro, a cables percudidos y quemados
que se sulfataron con la humedad;
esa humedad que resbala desde cañerías y desagües rotos.
Por momentos aturde el ruido de hierros,
los chillidos de las ruedas rozando los rieles.
No hay salida del tren si el guarda no abre las puertas
por eso es un alivio llegar a cada estación;
un alivio aparente
porque detrás de cada columna
en las bocas de los túneles
acechan:
son de baja estatura
visten aquello que consiguieron entre la basura
están sucias
están sucios
se acercan
con la excusa de cambiar un estampita, un jabón, una lapicera…
por una moneda.
Los ves
y cuesta no apartar los ojos;
te tocan
y la mente pica
(algo que carcome la conciencia)
y si te miran
-si llegan a mirarte de frente-
de inmediato
sin poder evitarlo
iniciando una letanía
te preguntás,
¿por qué?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)