Seducciones
No llegues todavía
con tus labios…
Al acecho, en el aire,
lo irrefrenable
lo imborrable.
No llegues todavía
con tus labios…
Al acecho, en el aire,
lo irrefrenable
lo imborrable.
Todo, cuanto rescatamos de esta historia,
ocupa, otra vez, el lugar de la impaciencia
de la clandestinidad
-como si fuésemos felinos oteando el horizonte-.
Ahora son tus manos,
ahí,
donde adivino el fin de la espera
-que pretendo demorar hasta el delirio-
reconociendo estos cuerpos
que se consumían en espacios de sí mismos.
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