Interrogantes
El mar y su ceremonia,
la cadencia de un trino (de la creación).
Después del otoño, lustros: un intervalo en el destino.
En la costa hay lobos que gritan advertencias
a quien se acerca a su mundo
(Las ráfagas de sudestada pugnan por agitar esas melenas húmedas
y nos traen insultos y lamentos).
En voz baja pregunto a las estrellas por la luz que ya no emiten:
si ahí, donde aún alumbran, señalan atisbos de voluntad;
si auguran primaveras.
—Quiero, algún día, volar como el viento… —Decís (El rostro hacia la ventana,
los ojos desde un abismo).
Pendiente del cielo raso, una lámpara de kerosene ilumina el cuarto,
semejante a un sol de silencio
que refleja el infinito.
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