Postulados
Una pretensión
pulverizada por un gesto
-en la arena rueda el resultado-.
Pero el tesón invita a la duda;
como una heroína de ojos candentes exhorta a esperar,
a un diálogo, a quedarse.
Hay un rechinar de preguntas
y de hoscas respuestas,
una oración.
Quienes saben de apretar sus mandíbulas podrán jugar
-casi al ras del decir -
a levantarse
sin anhelar venganza
sin solución a lo urgente.
Vivimos,
y por mi parte también he renunciado
a los encantos de una lamia,
a padecer ese tirón
que engendra el horror.
jueves, 30 de agosto de 2018
miércoles, 15 de agosto de 2018
miércoles, 8 de agosto de 2018
Observaciones
Está ahí,
a la orilla del río
donde termina la tarde
saboreando la luna
que se ha colado entre las nubes.
Ni vos
ni nadie.
Sólo algunos trinos que anuncian el sueño
próximo
del mundo.
Está,
se ha puesto al acecho, en guardia,
tanto como si buscara defenderse de una emboscada
apartándose
de donde crecen farolas, como del sexo sin amor:
mi sombra,
mi soledad.
La veo, al límite de lo invisible,
deambulando por el frío
alejándose
rumbo a la noche…
Está ahí,
a la orilla del río
donde termina la tarde
saboreando la luna
que se ha colado entre las nubes.
Ni vos
ni nadie.
Sólo algunos trinos que anuncian el sueño
próximo
del mundo.
Está,
se ha puesto al acecho, en guardia,
tanto como si buscara defenderse de una emboscada
apartándose
de donde crecen farolas, como del sexo sin amor:
mi sombra,
mi soledad.
La veo, al límite de lo invisible,
deambulando por el frío
alejándose
rumbo a la noche…
jueves, 2 de agosto de 2018
Aguantaderos
Aquella esquina
-donde sentados a una mesa ambos nos escuchábamos
frente a tazas que humeaban-
cubría la clandestinidad
bajo su cielo raso de ladrillos
como un cubil.
Así resistíamos.
Porque las noticias eran confusas
-sabíamos que (cada tanto)
los armadores de discursos divulgaban mentiras
para confundir a la población-.
Porque en el insomnio la realidad se disuelve
con la espera
y esa tarea, esperar,
nos comprometía
nos obsesionaba;
esperar
a que un ángel surgiera de un soplo de brisa
para empujar el corazón
a latir,
a seguir en su empeño ante cada abismo donde anidaba el desdén,
a conservar ideales
tallados en su interior.
Aquella esquina
-donde sentados a una mesa ambos nos escuchábamos
frente a tazas que humeaban-
cubría la clandestinidad
bajo su cielo raso de ladrillos
como un cubil.
Así resistíamos.
Porque las noticias eran confusas
-sabíamos que (cada tanto)
los armadores de discursos divulgaban mentiras
para confundir a la población-.
Porque en el insomnio la realidad se disuelve
con la espera
y esa tarea, esperar,
nos comprometía
nos obsesionaba;
esperar
a que un ángel surgiera de un soplo de brisa
para empujar el corazón
a latir,
a seguir en su empeño ante cada abismo donde anidaba el desdén,
a conservar ideales
tallados en su interior.
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