Raíces
Supongamos
un plan
que surge con la locura
como entablar una partida de ajedrez contra el propio ego
ante miradas de extraños;
un plan semejante al que trazara la mano de una esfinge
para resolver otro acertijo.
Susurran las gotas de lluvia
-el techo es de césped-;
hoy entendemos qué significa decir “amparo”.
Supongamos
una aventura:
sentir, en el aliento -cuando se vuelve escarcha-
que emprendemos el viaje…
Marchar -por mucho que nos duela-
con el disimulo de quienes proponemos lo imposible
y apenas conseguimos lamentos y reproches.
Supongamos
seguir -sin designios- sólo seguir
para intentar descubrirnos
para acercarnos, un tanto, al jardín que imaginamos.
Éste, el milagro de tu vientre:
amar tus manos
las historias de noches que no fueron contadas
que laten
aquí, sintiendo mi cuerpo flotar
en una laguna de sueños…
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