Te hablo
con la vehemencia por describir el sendero que recorrí,
aleteando durante antiguos pasos.
Suplico que escuches
que hagas un alto
para abrazarte
padeciendo, incluso, la amenaza de que mi voz no llegará a tus oídos
ni mi tacto a la fragilidad de tus manos...
-La belleza desata tormentas
que ahogan amarguras y distancias
con ráfagas de seducción.-
Tras caminar por habitaciones cargadas de sordidez
en nuestro lecho percibo tu aliento
-párpados que dejan caer lágrimas de cristal
para ser enjugadas con estos labios-
y enraizado en ondas de frío
emerge tu cuerpo
y crece
de lo invisible.
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