miércoles, 19 de septiembre de 2018


Prodigios
                                                          A Teodora Nogués

Detrás del tráfico, la ciudad:
pibas y pibes pidiendo ayuda, vendiendo lo que sea,
gente caminado
corriendo
entre torres, ventanales, oficinas;
los sótanos…

El sol, encima, aún reluce sobre el smog;
como un fuego que todo renueva.

En la avenida alguien detiene el ritmo de su pulso
enciende las balizas y baja del auto.
Las pupilas
ahora
despiertan,
en una mirada que perdona lo necesario:
-…abrí los ojos, profanador que no fuiste,
senador, concejal, mecánico frustrado;
persona ante todo.
Abrí los ojos desde el sopor
al aire
que podés respirar
a una senda donde alejarte de la ferocidad
de toda ferocidad…- .

La bocinas insultan al universo.
El hombre observa y contempla;
de a poco parece comprender que descuidó el apuro
pero ganó parte de su tiempo.

Un Hada,
desde la vereda, realizó el prodigio.

Yo lo sé.

Me lo dijo el viento, quien la ayudó,
que después la guió de vuelta, suavemente,
a otra calle,
a una plaza,
junto a su canasta repleta de títeres
para realizar otra maravilla.

 

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