jueves, 15 de febrero de 2018
Círculos
Detesto mirar los relojes;
pero ahora sólo puedo apelar a ver cómo las agujas, paso a paso,
avanzan por el fondo blanco
recorriendo segundos y minutos
dejando atrás
entre número romanos
el mañana.
-Sé que cuanto hicimos, para nada, fue “correcto”;
“correcto”, entre comillas,
porque, ¿acaso fue malo seguir semejantes sentimientos?-
Cada tren que llega al andén es como una marea de gente
que parece liberarse
de alguna forma de encierro,
de una espera,
que sube o baja de cada vagón para seguir viaje hacia alguna parte.
No es mi caso.
En un banco de la estación asisto a que no llegues;
porque me empeñé en que no supieras más de mí.
Tampoco llegará el perdón, el propio;
el perdón por no seguir.
Porque son tus ojos, es esa chispa constante,
como una luz que viene de tus antepasados, de tu cuna;
es esa mirada la que conmueve, enamora,
aterroriza.
—¡Cuánta injusticia! —dijiste.
Y desde ahí el temor a un teléfono ligado o intervenido,
a un buche;
a un “juez” que pudiera “actuar de oficio”;
a una puerta que se abre…
No, no puedo.
Quiero quedarme
en manos del viento;
todavía con ganas de sentir el sol,
las olas del mar
en el cuerpo.
Que me dejen.
Los trenes llegan y parten.
Es menor el gentío.
Es hora de dormir
de reposar para enfrentar otra jornada.
Yo sigo en el mismo banco
viendo cómo se fue mi futuro.
Apenas una voz, entre los acordes,
como quien viene del tango
de sus fuentes
al linde de un patio de ladrillos.
-…fueyes que suenan a la media luz.-.
Titilan pétalos de historia,
toda el alma
en reminiscencias
que llegan al son de la música.
Arriba, el cielo encandila de estrellas.
¡Y qué dicha!
Gozamos su lumbre
hasta que la noche se aleja con nosotros.
- … pensar que los hicieron hablar-.
miércoles, 7 de febrero de 2018
Preferencias
Llegan de lugares remotos
traen filmadoras, cámaras fotográficas y teléfonos "inteligentes",
aguardan horas
en filas
atraviesan salas repletas de gente…
Ahora se agolpan
se empujan
pugnan por estar frente a los lentes que capturan sus rostros
que graban el momento
que documentan la llegada a su meta.
Nadie parece observar el cuadro;
sólo posan
a su lado.
La Gioconda
desde su puerta a la eternidad
contempla,
medita
y sonríe
Llegan de lugares remotos
traen filmadoras, cámaras fotográficas y teléfonos "inteligentes",
aguardan horas
en filas
atraviesan salas repletas de gente…
Ahora se agolpan
se empujan
pugnan por estar frente a los lentes que capturan sus rostros
que graban el momento
que documentan la llegada a su meta.
Nadie parece observar el cuadro;
sólo posan
a su lado.
La Gioconda
desde su puerta a la eternidad
contempla,
medita
y sonríe
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